lunes, 27 de diciembre de 2010

Parajes

No lo encuentro. ¡Oh, demonios! No está el lugar donde he de acuchillar la náusea asesina que tengo dentro. Lo busco en recuerdos viejos, lo intento en lo que antes escribía, lo extraño sin siquiera haberle permitido nacer, y como ya no soy el mismo, definitivamente no es ningún lugar donde haya yo estado o concebido estar. No hay descanso en el lugar que busco, pues no es un remanso vacacional. No hay tampoco siquiera un hálito de violencia. No hay temblores. No existen bestias. No pululan bichos sin sentido, ni embellecen ramilletes de pétalos, ni cohabitan mis iguales. Es un emplazamiento sin lógica y sin vigor. El lugar a donde quiero ir y destruir es un páramo sin vida donde sólo yo puedo estar, donde sólo yo puedo gritar, y llamar a todas aquellas cosas y personas que deseo devastar para que aparezcan frente a mí desapercibidas, sin conciencia y definitivamente listas para morir bajo el yugo de mis homicidas manos...