domingo, 27 de julio de 2008

Frases que tengo que recordar para cuando escriba mi primera novela, pt I

Frase 1:
"A la chingada con los dones divinos"

Frase 2:
"¡Era en serio que te gustan las sanguijuelas!"

Frase 3:
"Acabo de dejar salir por mi boca la peor herejía que cualquiera podría decir, y tú estás a punto de saltarme encima de tan exitada"

Frase 4:
"El único y definitivamente verdadero don divino es la libertad. Lo demás son puros azares del devanado neuronal."

Frase 1bis:
"Fuck the gift. I'd rather be happy than spend my life trying to make the world go all crazy in awe about it."

Frase 2bis:
"Toda mi vida he sido la reencarnación de Han Solo." (There aren't enough scoundrels in your life.)

martes, 1 de julio de 2008

Acto reflejo

Es como el impulso que tienen los adolescentes cuando simplemente les viene una explosión de adrenalina, hormonas o no-sé-qué-demonios-les-pasa que de repente sienten la necesidad de gritar o de llorar o de pegarle a alguien. Es como el instinto que tiene usted, que es mujer, de platicar y platicar como pájara con sus amigas cuando se va al café. Es como cuando te sientes avergonzado sin saber por qué, como cuando tienes la piel reseca y te empieza a dar comezón en el culo justo cuando estás sentado frente a tus compañeros de trabajo, como cuando tienes todo planeado para un momento determinado de tu vida y precisamente en el momento más crucial decides hacer algo diferente que igual y te convierte en un héroe o en un perfecto pendejo. Es como la imperativa rechingada gana que nos da por contestar algo verdadero a pesar de que quizás sepamos o no que se espera otro tipo de respuesta. Es como tener empatía involuntaria por el idiota que no merece ni un insulto de tu atención. Es como sentirse perdido y querer destruir todas las cosas bellas del universo para que nadie las disfrute. Es como caer y levantarse. Es como morir cuando te martillean el cráneo. Es como quererlo todo y un día simplemente rendirse. Es como irte a ver los aparadores del mall aún cuando no tienes dinero. Como no reconocer tus errores cuando te los mencionan. Como titubear cuando te descubren en una mentira. Como sentir náuseas cuando ves cómo matan al cerdo en la otra acera para hacer chicharrón. Como ver a tu novia toda vestida encantadora y eternamente memorable y voltear a ver cómo te ves de saberte tan repentinamente insignificante a su lado. Como sentir tu vista nublada cuando te levantas muy rápido. Como protejer tu rostro del sol cuando de repente sales a descubierto y comienzas a estornudar. Como un reflejo simple. Como un impulso ignoto.

Así es como a veces siento que quiero matarte...

viernes, 20 de junio de 2008

El devanado cerebral (o de cómo el corazón a veces se va a la goma)

"La mayor parte de los seres tiene que estar conquistando y reconquistando incesantemente al ser que desea, que no se ofrece a ellos sin combate"
MAUROIS, André


Por la tarde, Tamara se levantó de su cama con un sobresalto de conciencia: Era un producto. Realmente lo era. Gradual e inmisericordemente se había transformado en la máxima manifestación aberrante de toda la creación.

Estaba platicando con Dios cuando pasó. Le estaba contando sobre las diminutas mariposas amarillas que habían estado aleteando debajo de su falda y a la altura de sus chamorros al tiempo que caminaba con Rodrigo por entre el pastizal repleto de hongos por las lluvias. Oh, Dios, pensaba. Qué hermosamente perfecto escenario desplegaste para nosotros y el comienzo de nuestro amor. Tanto tiempo para que el pasto creciese así, tanto brillo del sol pasando por entre la azulada atmósfera, tantas ramas de los nogales que nos rodeaban.

Tamara estaba tan en comunión con el universo que, incluso hacía unos segundos, mientras pensaba remembrando el mágico momento de su primer beso bajo la sombra del roble que resguardaba el campo de nogueras, no tenía oídos prestos a los anuncios de la televisión que estaba encendida con un volumen en ningún sentido moderado. Las frases con las que agradecía a Dios en su mente eran largas, faltas de pausas, y estaban engarzadas sobre las imágenes que desfilaban frente a su pantalla mental. Gracias dios por el polvito amarillo lleno de luz de sol gracias por mis manos hechas nudo con las suyas gracias por sus comentarios tan hermosos tan exactos siento que me empapa por dentro con su voz que me llena de vida las anginas y que quiero fundirme en sus labios mientras vuelo hacia el lago que está más hacia el sur por las mariposas que me tocan las rodillas al vuelo por la ereccion de mis pezones y la distensión de mis comisuras -coma única- todas mis comisuras frágiles momentos de paridad de saciedad que mana pero no acaba de llenar mi ansia por su proximidad su cercanía y sus palabras su hombría quiero verlo todo no sólo besarlo quiero desnudarlo moverlo a mi antojo y escudriñarlo con un microscopio invitarlo a salir en su Ford Fiesta 2008 todos los días para poder mostrarle que lo amo siempre y que nuestro amor eternamente crezca y nunca se desvanezca como la mayoría de los amores que me compre un Starbucks Coffee y juguemos con los popotes a aventarnos la espuma del frapuccino regalarle una loción Hugo Boss y seguir revoloteando mientras admiro su belleza trastocada de músculos de hombre sin complejos porque huele tan rico nadie puede tener complejos si se atrae a una chava como yo de la manera en que él me magnetiza -otra coma enrarecida- si no estuviéramos en este estado de Durango lleno de gente gorda y tan vergonzante primer lugar en obesidad a nivel nacional y para acabarla de joder México es el segundo país más gordo del mundo después de los pinches gringos... (puntos suspensivos)

¡Puta madre! Se paró de su cama con la intención en enojos de apagar la televisión. Una vez en pie, lo pensó un segundo de más, se detuvo con su espalda hacia la cama y se dejó caer nuevamente hacia atrás, conforme con el hecho de que la tele le había ganado una batalla más. Y yo tan concentrada que estaba...

lunes, 2 de junio de 2008

Inicio y fin

Love is:

Always choosing the right thing to do.

No matter what...


sábado, 10 de mayo de 2008

De cómo Ariadna aceptó al fin que las brujas existen

¿Cuáles pinches brujas? Pensó cuando vio el subject del mail que le enviara Daniela. La bruja serás tú, le dijo a Daniela desde aquí en México hasta el límite oeste del centro de la capital de Nueva Zelanda. Ella aquí con el pudor que sólo la soledad sin su mejor amiga en vacaciones le acarreaba, y Daniela allá en el paraíso regodeándose de poder enviar correos estúpidos.

Había un muchacho que la había estado viendo desde hacía rato, sentado a dos mesas de ella. El tipo platicaba, sonreía y reía con un compañero de él cuyo rostro no había visto. El cruce de un vistazo suyo con la definitiva contemplación de él la turbó en un principio, pero después le vino extrañamente encima como la mirada fija de un amante en patente insanidad contenida, de tal manera que, al poco rato, se supo a sí misma echándole uno que otro vistazo por encima de la pantalla de su laptop.

El correo de Daniela era una cadena como cualquier otra. Mal redactada y llena de lugares ahora comunes de tan recurridos en el internet. Todo se le antojó molesto y falto de coherencia para con el grado de amistad que ella y Daniela habían logrado cultivar. Fue de hecho pensando en ello por lo cual decidió leerlo todo.

Daba una leída por acá y después levantaba la mirada. Él ya no la veía, pero su lenguaje corporal era demasiado obvio. Había abierto sus piernas para que ella pudiera ver más hacia dentro de su bermuda jamaicana. Rubio. Impresionantes ojos verde acuoso. Sus cabellos parecían guardar un balance perfecto con el orden a pesar de que daban la impresión de no haber sido siquiera enjuagados por un par de días. Estaba rasurado sin embargo.

De repente, él correspondía a sus miradas ahora menos disimuladas y ella, atrabancadamente, volvía la mirada al mail de la brujería. Pide un deseo, alcanzó a leer mientras bajaba el apuntador. Tienes diez segundos. Lo más risible de todo era que la gran mayoría de esos estúpidos correos en cadena tenían incluso un conteo desde el 10 hasta el 1 para que uno se concentrara en lo que pidiese.

Cuando iba en el 3, se dio cuenta de que había dejado de mirarlo y de que realmente había formulado un deseo. Se detuvo. Subió el cursor hasta el número diez y volvió a enunciar su apetito para ella misma ser capaz de creer lo que acababa de decirse: "Quiero que ese chavo se pare de su lugar, venga hacia mí, me invite al baño más cercano del mall y, una vez dentro, me viole de una manera tal que nunca se me olvide y que me haga desear volver a vivir un momento así por el resto de mi vida." Con violación, más bien tuvo en su mente la imagen de un portentoso monstruo que entraba y salía por su vagina de una manera violenta y rapaz, sin embargo, en perfecta armonía y comunión con la lujuria que ella misma traía metida cual espíritu que posee un cuerpo. Lo tuvo en su mente tan clara y tan vívidamente que sintió cómo su pubis comenzaba a erizarse en franca espera agónica. Su ensoñación fue tan diáfana que por un momento se vio a sí misma teniendo un orgasmo a gritos y dentelladas enrojecidas por la sangre de la espalda de él.

Volteó nuevamente a donde él estaba y sus miradas se hicieron el amor por un segundo que se volvió décimas de eternidades. Nuevamente volteó a su pantalla porque no tenía a dónde más mirar: "envía este mail a diez personas y tu deseo será cumplido en menos de diez minutos". "No mames" pensó ella "por que me coja este cabrón de esa manera, se lo mando hasta a mi madre con todo y mi deseo transcrito". Escogió los contactos de su lista -las mejores amigas suyas y de Daniela- y lo envió con una explicación febril: "normalmente no creo en estas mamadas, pero estoy viendo al wey que va a hacer mi deseo realidad al otro lado del Starbucks". Diez minutos, se dijo a sí misma. En diez minutos verás de dónde vienen las mujeres más verdaderamente cachondas, le dijo a él entre dientes. Se mordió el labio inferior con un dejo de sensualidad que era únicamente para él.

Cuando acabó su gesto, volteó hacia donde su deseo se hacía realidad para ver cómo contestaba su celular que sonaba con 400 years de Bob Marley and the Wailers: "¿Amor mío?", dijo él. Ojos radiantes de felicidad se habían tornado azul turquesa. Una belleza intrigantemente decepcionante. "¿Dónde estás? ¿Aquí afuera? Allá voy corazón de mi vida..." Se paró de un brinco y se fue sin siquiera decirle a su amigo ahorita vengo o algo así. Disparado, erguido, hermoso, en búsqueda de aquello único que le hacía despertar tal como ahora.

Ariadna se dio cuenta de lo que acababa de pasar y tomó conciencia repentinamente hasta de su nombre. Qué vergüenza. Qué bochorno. Apretó la flechita para regresar a la pantalla anterior en un estúpido y fallido intento por que todas sus mejores amigas le regresaran el mail sin haberlo leído, pero tuvo que aceptar que era demasiado tarde. Quiso reír de saberse tan patética, pero no pudo. Ya se estaba viendo a sí misma, explicándole a las diez tipas el por qué había escrito semejantes líneas en el cuerpo del mail siendo que apenas tenía cinco meses de casada.

Y todo por las brujas. Sintió un miedo que le puso chinita la piel de saberlo tan definitivamente real. Pinches brujas de mierda...

jueves, 1 de mayo de 2008

De cómo Mario Humberto visualizó el final de sus días como paciente psiquiátrico

Ese día, Mario Humberto, con su nombre de telenovela y todo lo que se había creído del mundo, decidió tirar a la basura su valor. Así, como si nada hubiese pasado, concibió el magnífico ideal de aceptar su suerte, de rendirse ante la evidencia que surgía hasta de entre el suelo y las piedras. Gotas engarzadas con suciedad de tierra vieja. Se sentía tan limpio de conciencia ante el augurio de los signos que él mismo se había inventado que ahora simplemente todo era cuestión de esperar. No más salir al encuentro de insólitos inicios para su siempre comenzante historia.

Mario Humberto nunca salía del origen. Tenía las agallas que nadie tenía para deshacerse de todo aquello que no fuera necesario para su evolución constante, pero por alguna razón que hasta hoy había dejado de empeñarse en buscar, siempre estaba en el principio. Siempre se daba cuenta de que su vida iba en la dirección equivocada y siempre decidía volver a empezar. Como la vez que se fue a vivir a Chicago sin más dinero que el que llevaba en sus bolsillos. O cuando tomó aquel tren que le llevó hasta Tierra del Fuego nada más tomando fotografías para hacerse de un sustento. Justo hacía dos segundos había estado recordando el interminante amorío en el que se vio envuelto debajo de sábanas rojas en una casa abandonada que nadie visitaba más que su amante, la del bolso perdido.

Mario Humberto era un experto en inventarse vidas nuevas, en creérselas y dominar cada parte de las elucubraciones que maquinaba. Era un experto del disfraz, un mendigo del amor y un traficante de ensueños confundidos con anhelos. No había podido aniquilarse, sin embargo, a sí mismo. Eternos desvaríos lo atormentaban. Episodios esquizofrénicos lo zarandeaban con visiones de su padre y su madre felices recorriendo todos los desiertos del planisferio menos el que él solo no podía llenar dentro de su propia casa.

Por eso fue que huyó. Sin dinero. Sin propiedades. Sin malicia. Sin herramientas. Sin cualquier cosa. Sin sueños y sin plan.

Pero hoy era un día diferente. Sería un amanecer completamente inédito. No sería el mismo día repetido de todos los días. Era uno donde él mismo decidiría de qué lado saldría el sol. Es más: por hoy el sol saldría desde arriba. Serían las doce del mediodía desde el amanecer. El sol simplemente se acercaría desde el punto más lejano del infinito convirtiéndose de estrella titilante a sol proveedor de vida y luminosidad. Mario Humberto se dio cuenta de que podía alterar el orden de las cosas con únicamente pensarlo. Necesitaba agua sobre su cuerpo para hacerlo realidad, pero ya se la agenciaría cuando pudiera desembarazarse de las ataduras que lo tenían tergiversado en diametrales nudos sobre esta mesa de cirugía. Malditos doctores, pensó. Me abrirán el cerebro para extirpar mis pensamientos y mis epifanías sin sueños y sin planes. Me quitarán mi habilidad de volar, de ser papelitos de colores que se mezclan con el viento, de morir en franca sintonía con la nada. ¿Por qué? Se preguntaba. ¿Por qué me quieren quitar todo esto que no he sido? ¿Por qué justamente hoy que he decidido valerme de mí mismo para residir en una casa con sentido humano propio? ¿Por qué me quieren forzar a hacer lo que ya decidí que voy a hacer?

Ese día, Mario Humberto, con su nombre de telenovela y sin volver a pensar en todas las cosas que él mismo ya no volvería a hacer, desechó sus talentos para ser feliz y simplemente se dejó llevar por un río que nunca había navegado pero que era el más cómodo arrullo que había escuchado en su vida. Era algo que lo devanaba en un mar de medianía. Malsana y envejecedora mediocridad.

domingo, 9 de marzo de 2008

Asesino serial

MARZO 9 DE 2008

Me pregunto a mí mismo cómo sería mi propio asesino serial. No mi personalidad de asesino serial -la cual imagino yo que podría ser bizarramente inquietante- sino las características de aquél que decidiese hacerme su víctima.

¿Cómo me elegiría? ¿Qué tendría yo en común con el resto de sus víctimas? A veces me siento tan único. Sé que lo soy. Me pregunto si se animaría a conocerme antes de matarme. Quizás sí. Aunque creo que es obvio que no conozco mucho sobre la psicología o la patología de alguien así. Podría ser por algo bien común: Quizás escogiese únicamente hombres con pequeñas pancitas, o solteros entrados en años codiciados y recientemente comprometidos. Otra opción: maestros de escuelas privadas con modernas tendencias hacia la educación con sentido humano. Músicos retirados. Dueños de autos viejos y sin lavar. ¿Por qué no? Posibilidades hay millones.

Bueno... No tantas... ¿Cuántas personas pueden tener inclinación hacia la serialidad criminal? ¿Cuántos pueden tener ese grado de minucia hacia la designación de objetivos, planeación de proyectos, elaboración de estrategias, seguimiento y ejecución de un plan de acción? Muy pocas. Cualquiera podría decir que admiro a la persona que ha de elegirme para completar su álbum del horror. Uno en miles, en millones. Nada más que un capricho estadístico....

Sonrío. Pues, en mi afán por ningunearlo, le estoy dando esencia, lo estoy amasando hasta proveerle de consistencia. Ahí está ya: Esperando su momento. Tejiendo su red. Abriendo sus ojos. Tiñendo el futuro para que, al llegar el momento de vernos al fin ojo con ojo en sabiendo que el fin de nuestra relación se acerca, podrá él abrir al fin sus labios para decir palabras sin sonido para mis oídos inútiles de tan cercanos a la muerte. Y sabré que me ha tenido a su merced. Sabré que lo arbitrario de la probabilidad no fue él, sino yo...


MARZO 11 DE 2008

Hoy martes 11 de Marzo he decidido embarcarme en el más importante de mis proyectos hasta ahora: Voy a matar a Víctor. No será sencillo y la verdad es que todavía no sé cómo lo voy a hacer. Lo que es un hecho es que sé muy bien por qué lo odio y por qué me parece que es una persona cuya presencia no debe ser tolerada o requerida en este planeta.

Víctor es simplemente una de esas personas con las que no me interesa socializar. Lo veo y me causa indignación. Está feo, viejo más allá de los treintaycinco o hasta los cuarenta, es divorciado, parece la caricatura vieja y pasada de moda de un gutierritos común. Su corbata. Su camisa toda planchada de tintorería y su terriblemente molesto tono tornasol. Si no tuviera yo un poquito de clase podría llamarle naco en su cara pero, la verdad, es que ni siquiera me he dignado a dirigirle la palabra más allá de para decir un escueto "buenos días" al que él responde con una sonrisa horrible de dientes amarillos.

Sí... Ya sé: No debo decir la verdadera razón de por qué lo odio. Le estaría quitando toda la intriga a lo que escribo, porque es un hecho que todo lo que he dicho no son otra cosa que meros accesorios. Cosas que dejarán de molestarme cuando lo deje de ver una vez lo haya asesinado. Pero que no por muerto me harán odiarlo menos.

¡Dios! Ya quiero verlo. Arrastrándose por la alfombra de la casa de donde corrió a su esposa con todo e hijos. Desangrándose por la boca, sin lengua y con los cachetes cercenados por la mitad con un cuchillo para destripar marranos. Pobre idiota. Estará retorciéndose con dudas y falsas esperanzas: él es una persona muy inteligente y en algún momento de nuestra agradable velada quizás pueda llegar a albergar la visualización de sí mismo jugándome algún tipo de truco para desviar mi atención en lo que él descuelga el teléfono con las ahora enormes comisuras de su boca y marcar 060 con la nariz. Todo esto porque sus brazos estarán atados a sus espaldas con alambre de púas que le abrazará hasta la barriga que estará a punto de explotar.

Para cuando haya terminado de hacer su estúpida llamada, dejaré de sonreír detrás de la pared de la cocina y tomaré un mazo...

MARZO 17 DE 2008

Amo los asuetos. Hoy haré que mi plan tome forma. Lo sazonaré con un poco de sangre de las yemas de mis dedos índices. A veces me pregunto si los dedos de los pies tienen el mismo nombre que los de las manos. Creo que ésa será la excusa que usaré para arrancárselos con la chingadera ésa con la que el imbécil le quita el borde boludo a sus habanos. No sé tampoco cómo se llama semejante aparatejo, pero sé que tiene uno.

Me desquicia el hecho de que te ofrezca cigarros, amor mío. Me desquicia aún más el que los aceptes o que, en su momento, se los pidas con esa sensual desfachatez que tienes y de la que ya debes estar un poco más conciente para estas alturas de la vida. Pero, bueno: Debo concentrarme.

En unas cuantas semanas más nos vamos a ir de campamento con tu familia. Quizás esa semana deba ser la indicada. Usaré de pretexto a Lucas. Desafortunadamente el pobre animal será mi accesorio de trabajo. Pero no te preocupes: tendrá mucha comida servida para él solo durante los tres días que estaremos fuera de la ciudad. ¡Chin! Ahora que lo pienso, eso implicará que la parte de mi gozoso plan en la que Víctor llama al 066 deberá ser cancelada ya que, si el gato se ha de comer su cuerpo en esos tres días, no puedo permitir que la policía llegue. Lo bueno es que ahora sé que debo cortar la línea telefónica antes de pasar a ejecutar el plan.

MARZO 20 DE 2008

Más decidido no podría estar. Antes del campamento el próximo fin de semana seguramente vamos a dejar a Lucas en casa de Víctor para que lo cuide. El muy imbécil se ofreció con esa estúpida sonrisa que dice "seguro, pero cuando vuelvas te invito a cenar y nada de que no aceptas, ¿eh?". Maldito idiota. Y además lo dice como si no estuviera yo presente. A veces me pongo a pensar en las cosas que te dirá cuando está simplemente trabajando y pasa por tu cubículo a platicar. Me pongo todo gelatinoso de tan temblando por dentro. Si cuando voy a tu oficina flirtea contigo como si no existiera tu compromiso, no me quiero imaginar lo que el muy estúpido se atreve a decir cuando no estoy. Por eso es que me sé muy bien sus intenciones reales al haber aceptado cuidar a tu gato.

Bien sencillo: Después de dejarte en tu casa para que termines de hacer tu maleta, volveré a la de él con la excusa de que se nos olvidó dejarle una lata de comida para Lucas. Me invitará a pasar -siempre con esa estúpida sonrisa: A veces pienso que debe necesitar mucho cariño. Es decir, muchos arrumacos y abrazos. Porque siempre que sonríe se inclina hacia uno como inconcientemente esperando palmadas en su cabecita semicalva. Yo voy a poner cara empática, justo la expresión que él espera de ti, y ciertamente alzaré mi mano derecha para acariciarle su mejilla izquierda. El muy ingenuo seguramente aceptará por milésimas de segundo y después se dará cuenta de que algo está fuera de lugar, pero para ese instante su mirada estará tan cercana a la mía que no se dará cuenta de que con mi mano izquierda le estoy clavando el cuchillo que escogí sólo para él.

Lo destriparé. No sin resistencia, claro está.


ABRIL 3 DE 2008

Malditos retrasos. Todo parece ser una excusa. A veces me pregunto qué tan dispuesto estoy a esto. Quisiera no necesitar de una excusa para poder entrar en su casa sin problema alguno. Quisiera poder entrar y destrozarle todas sus entrañas. Abusar de él y aniquilar cada una de sus partes. Poder abrir su cráneo para sacar su cerebro poquito a poquito con el escalpelo. Y me pregunto si podré vislumbrar los retazos de su memoria conforme sesos voy deshilachando. Creo que me acostaría pecho a tierra con mis codos sobre la alfombra para dedicarme a desmenuzar cada pedacito de los órganos más importantes. Su corazón definitivamente tendrá que esperar hasta que mis minucias comiencen a desesperarme porque es un hecho que ése lo quiero sacar completito de entre las costillas para ponerlo en la alfombra y hacer que explote de una enajenada pisada.

Lo que pasa es que el día de campo se ha estado cancelando por dos fines de semana seguidos. Es por eso que el gato sigue donde vive y Víctor sigue vivo. Me revienta las entrañas de impaciencia y de curiosidad y de puro miedo. Me da miedo no atreverme cuando llegue el momento. Me da miedo que los retrasos sigan y sigan.

A la vez, sin embargo, mi furia hacia él sigue empotrada, sigue siendo igual o aún peor. Me sigue entrando el coraje y el odio cada vez que lo veo que se te acerca. Quisiera entender por qué lo hace. Por qué siquiera cree que merece algo de tu atención. Maldito imbécil. Ojalá se muriera ya. Me daría un gusto bárbaro poder simplemente dejarlo de ver, pero más me daría ser partícipe de su seccionada partida.

Debo dejar de hablar en suposición.